martes, 12 de abril de 2011

CRÓNICA CAMPEONATO DE ESPAÑA INFANTIL 2011

Si Pedro de Matías ha sido como un director de orquesta, ha sabido nombrar como capitán a un músico, Guillem Torró, quien ha sabido representar a todos sus músicos de una manera ejemplar. Así se estableció armonía en el grupo y a continuación en el juego, se marcó el tempo y se supo improvisar. Todos los jugadores supieron responder a la llamada e interpretar su partitura. El resultado era una obra maestra elogiada tanto por entusiastas como por especialistas.

Durante este campeonato se planteó cada partido con rigor y en grupo, en sesiones teóricas las vísperas y prácticas antes de cada partido. Los jugadores salían al campo sabiendo qué hacer y las decisiones rápidas de Pedro de Matías les daban confianza, la tremenda sangre fría de los jugadores remataba el esfuerzo. Si en los partidos de liguilla el sábado contra Cataluña y Castilla y León no se dominaba a los rivales, se consiguieron sendas victorias, basadas en una gran defensa, seña de identidad del grupo, proclamando claramente: “nosotros somos el equipo a batir”. 
La final el domingo contra País Vasco fue de gran igualdad de ventaja y empate, ventaja y empate hasta que Valencia consiguiera un parcial 23 – 13 a mitad de la segunda parte. A partir de ahí subió el ritmo y la intensidad de los ataques vascos y el cerrazón y agresión de la defensa valenciana, culminando en unos últimos cinco minutos a muerte. País Vasco sí marcó un ensayo pero no pudo más y con el silbido final tuvimos el resultado Valencia 23 País Vasco 18. 
Valencia se hizo campeón por segundo año consecutivo. Fue una de las mejores finales vistas según algunos del público, donde el juego tanto ofensivo como defensivo desarrollado por todos los jugadores fue digno de elogio; tal vez las dos partes de treinta minutos fue uno de los estímulos que permitieron ver este juego, junto con el público que animó a los dos equipos durante el partido.
Había fases de ataque en la final pero el imagen que perdura es de esa defensa, fruto de una profunda convicción de “no pasarán”. Varios entendidos afirmaron que el de Valencia era el equipo más completo del campeonato. Bueno, en la final se hizo el número máximo de cambios permitidos, jugaron veintidós en total más un cambio por sangre sin que se resintiera el nivel de juego. Por la parte contraria, si País Vasco era un rival temible en el campo, era un amigo digno y generoso en la derrota.
Se echaron de menos a los Valere, Ari y Santi, (Santi, ganaron una melé contraria por ti), los que tanto se esforzaron para este triunfo, sin poder saborearlo. También se echó de menos a Juan Castro, quién tanto ha trabajado entre bambalinas a lo largo de los años para que sean posibles estos triunfos. Pero algunos de sus sueños se han hecho realidad gracias a estos jóvenes. Llamando por teléfono en el momento de la victoria, dio su enhorabuena a todo el grupo y confirmó que la tradición de esta federación se mantiene. El equipo que queda campeón de España se queda con sus camisetas de juego y, que habrá una fiesta para efectuar su entrega a ambos equipos, tanto el cadete como el infantil.
Hay que añadir que el grupo de apoyo, los entrenadores, los dos fisios, los dos delegados y el conductor fue tan ilusionado como los jugadores. Gracias también a todos los otros colaboradores que tanto han trabajado por el éxito de este y los otros equipos de la federación a lo largo de la temporada. Nada se cayó del cielo.

Michael Dorcey